lunes, 7 de julio de 2014

10. NUEVOS DIBUJOS. Borja Herrero

Mi propuesta ha dado un giro bastante importante. He estado analizando la red de metro de Marsella: horarios, paradas, duración de trayectos. He comparado esto con el metro de Seúl, donde hablé con Javier acerca de una referencia del mercado en el interior de los vagones y las diferencias de tiempo son abismales. Allí puedes tirarte fácilmente una hora montado en el vagón ante la complejidad de la red de metro que presenta, sin embargo en Marsella, hacer el recorrido más largo de punta a punta de línea puede llevarte, como mucho, unos 20 minutos en los que apenas da tiempo a comprar o a tomarte un café, ya que como se puede apreciar en la LÁMINA 01, las distancias entre paradas son de apenas unos minutos.

Entonces, mi propuesta de realizar actividades en el interior de los vagones realmente no sería del todo factible en un viaje, por ejemplo, para una persona que realiza un trayecto desde la zona sur de la playa hasta el centro. Entonces, hay que cambiar la forma de viajar en el metro, pero disponemos de un período corto de trayecto para actuar. Sin embargo, a poco que inviertas 10-15 minutos por trayecto al día, en un mínimo de dos trayectos (ida y vuelta), cinco días a la semana puede empezar a resultar pesado. Por eso, he estado hablando con compañeros que se desplazan a la universidad aquí en Alicante en bus o en TRAM, y les he preguntado cómo son para ellos esos 20 minutos de trayecto y cómo les gustaría que fuese para ellos un transporte  que deben tomar a diario. La conclusión a la que se llega, es que a la mayoría se les acaba haciendo pesado, aburrido y monótono el viaje, y les gustaría, aunque dure 15 minutos el trayecto, que fuera un poco más ameno, dicen que estarían bien propuestas de entretenimiento, de interacción, de distracción para hacer el viaje más entretenido.

Debido a la similitud que pueda tener esto con una persona que va a trabajar todos los días en Marsella en metro, de casa al trabajo, del trabajo a casa, a comprar, al cine, a tomar unas cervezas... he decido actuar de una manera interactiva, estableciendo una relación entre el vagón de metro en sí y el propio usuario.

Paralelamente a ello, he estado investigando sobre formas con las que poder interactuar entre vagón de metro-persona, y he llegado al termocromismo (elementos que cambian de color dentro de un rango de temperaturas). A partir de aquí el proyecto se bifurca en varias ramas, aprovechando por un lado las características de los fluidos termocrómicos, por otro la capacidad de las personas de transmitir calor y por otro, los diferentes condicionantes que pueden afectar a un espacio cerrado a la hora de determinar su temperatura (profundidad bajo el nivel del mar, grado de humedad relativa, número de personas que pueden frecuentar ese espacio a lo largo del día...). Todo esto determina la temperatura de un lugar que, a su vez, corresponde a una tonalidad del espectro electromagnético visible para un fluido termocrómico (LÁMINA 2).

  1. Una de las ramas de mi propuesta seria crear un panel multicapa termoestanco, en el que la pérdida de carga calorífica sea la menor posible y en el que se pueda propagar el calor superficialmente a lo largo de todo el panel, mediante láminas de nicrom (alta conductividad calorífica). Además de todos los elementos que conformarían en panel, se resolvería exteriormente con una plancha hueca y estanca de poliuretano que albergaría en su interior un fluido termocrómico (LÁMINA 3). Lo que pretendo con esto es que detrás de la capa de acabado exterior (plancha de poliuretano), se encuentre información sobre la línea de metro (mapas, horarios, estaciones...), prensa diaria, imágenes de la ciudad de Marsella, información en general... Entonces, mi propuesta sería revestir las paredes del metro con estos paneles con la siguiente finalidad: los paneles a temperatura ambiente tienen un color determinado (fluido termocrómico a temperatura ambiente), pero cuando la gente los toca, los paneles empiezan a cambiar de color, hasta tal punto, que cuando se alcanza cierta temperatura, el fluido tiende a ser invisible dejando visible todo lo que hay detrás; por lo que pretendo que la gente interactúe con los paneles, descubra, toque, que si necesitan información deslicen la mano por la pared hasta que se transmita la energía calorífica suficiente para que el panel se vuelva transparente, pudiendo así leer la prensa, folletos informativos, información del metro, etc. Pero la función del panel no acaba aquí, para que se vuelva invisible el fluido termocrómico es necesario pasar la mano varias veces hasta alcanzar la temperatura adecuada, por lo que se está presentando una transmisión de calor, que se transmitirá por la capa interior del panel mediante la lámina de nicrom. (Luego veremos donde acaba toda esta energía calorífica).
  2. A su vez, como hemos hablando en la LÁMINA 2, cada estación mantiene un nivel de temperatura particular, que corresponderá a una tonalidad diferente dentro del espectro del fluido termocrómico. Aprovechando este factor, se propone también revestir el suelo del metro con un una banda a modo de elemento indicador termocrómico, que funciona con un intercambiador de calor. Esto quiere decir,que cuando el vagón está llegando a una estación, recibe la entrada de la temperatura del entorno, que penetra en el intercambiador de calor y hace que el fluido termocrómico cambie de color, lo que serviría como método indicador de la proximidad a una estación según del color que se trate, es decir, se asociaría cada estación a un color y sabríamos cuando estamos llegando a la estación en función del color que vaya adquiriendo la franja que hay en el suelo del vagón. Se trata de un sistema abierto por lo que al salir de la estación saldría la temperatura del intercambiador hasta aproximarse a la siguiente parada (LÁMINA 4).
  3. En conclusión, esta primera actuación sería aprovechándonos de las cualidades del termocromismo, haríamos el viaje interactivo con el propio metro, mucho más ameno, evitando la monotonía aunque sólo sean excasos minutos de trayecto (LÁMINA 5).

Sin embargo, como hemos hablado al final del punto 1, los paneles guardarían una energía calorífica que la emplearíamos de la siguiente forma:

  • Esa energía calorífica almacenada, se transmitiría de panel en panel, por medio de las láminas de nicrom hasta llenar a un espacio (el nexo entre vagones) donde se albergaría la zona de cultivo sin luz solar de la que ya he hablado en otras ocasiones. Esta energía calorífica se emplearía emitir la luz del espectro azul y rojo que necesitan estas plantas para crecer (LÁMINA 06). 
  • Por lo tanto, la gente interactúa con el propio vagón o bien para hacer más ameno su viaje, o bien para informarse o simplemente por tratar de descubrir que se esconde detrás. Esta relación usuario-vagón genera una transmisión de calor, que se emplea en potenciar el crecimiento de las plantas dentro de los espectros rojo y azul, así que de una manera involuntaria están contribuyendo al cultivo y crecimiento de la planta (LÁMINA 07).

¿Pero qué pasa luego con esas plantas, una vez ya estén cultivadas y listas para el consumo?

La idea es crear un proyecto totalmente social dentro de Marsella, a escala urbana y, de alguna manera, altruista:

Se propone que todos esos cultivos listos para el consumo se recolecten y vayan a parar a pequeñas paradas de mercado que se instalarán en las estaciones de metro situadas más al norte (barrios pobres, problemáticos, bajo poder adquisitivo, afectados por la gentrificación...) Una vez allí, se montará un mercado en los andenes de las estaciones, de precio mínimo (ya que no hay intermediarios, no son necesarios pesticidas ni otros elementos químicos, y el gasto en el cultivo es totalmente reducido), donde se venderán todos estos cultivos y la recaudación será íntegra para seguir cultivando en los vagones, generando así un proceso cíclico. De esta manera lo que se pretende es realizar un nexo de unión entre barrios pobres y barrios ricos de la ciudad, entre la gente del norte y del sur, creando un vínculo de unión y propiciando la multiculturalidad y el mestizaje en la ciudad de Marsella, haciendo un proyecto sobretodo moral, en el que las personas más pudientes económicamente ayuden a los habitantes de su misma ciudad, pudiendo incluso ellos (habitantes del sur), acudir a estas estaciones y comprar en estos mercados (LÁMINA 08).
En definitiva, se propone un proyecto solidario y altruista, en el que usuarios habituales del metro, realizando una actividad tan cotidiana como ir en metro a trabajar, o al cine, o de compras o a dar una vuelta por el puerto, estén ayudando de manera desinteresada e involuntaria a personas menos pudientes, y estableciendo un vínculos entre ellos, acabando así con prejuicios racistas o xenófobos, y propiciando el mestizaje en la ciudad, temática de este curso de proyectos.



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